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viernes, 6 de marzo de 2015

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La vida en bici.


La tolerancia requiere el mismo esfuerzo del cerebro
que el mantener el equilibrio sobre una bicicleta".
Helen Keller, escritora y activista americana



La tolerancia es algo que se aprende y ya no se olvida nunca. Mantener el equilibrio en una bici tampoco. El equilibrio, palabra que a los amantes del fútbol les será muy familiar en estos tiempos, es la base de las relaciones con nuestros semejantes, y mucho más importante, con nosotros mismos. Para montar en bici necesitamos equilibrio. Para mantenernos vivos sobre una bici necesitamos la tolerancia de los demás, quienes a veces miran desde sus confortables automóviles con caras de pocos amigos. A veces ni miran, que es peor porque no nos verán y puede que casi nos atropellen. Y sin el casi.

Pese a los peligros que se corren, la vida en bici es bella. La bicicleta en una ciudad como Jerez es el vehículo ideal para desplazarse. Es cierto que algunos barrios se encuentran al otro lado de un importante desnivel, pero la mayor parte de la ciudad se desarrolla en un plano sensiblemente horizontal. La relación entre las dos partes en distinto nivel se solucionaba en un antiguo plan de movilidad que las crisis detuvo, pero que quien sabe si en el futuro se podrá retomar. Entretanto tendremos que salvar ese obstáculo como mejor se pueda, aunque no estaría mal que las bicis pudieran entrar en los autobuses, al igual que lo hacen en los trenes.

Los resultados de una encuesta realizada por una de esas organizaciones que defienden el uso de las bicis como medio de transporte urbano son concluyentes: “Más felices, más sanos, más activos…”. Además las cifras hablan por sí solas: un 89% afirmó que tenía mejor humor, sobre todo en el trabajo; un 66% confesó que la relación con su pareja se había visto beneficiada y un 15% relacionó su éxito laboral con la bicicleta.

En bicicleta los desplazamientos por la ciudad son relativamente breves y se llega a cualquier lugar en poco tiempo. La sensación de libertad, el sentir el aire en la cara y el saber que estás utilizando correctamente tu energía son pequeños tesoros que habíamos olvidado en los cajones de nuestra infancia. No se pierde ni un segundo en atascos o en buscar aparcamiento, no genera humos ni ruidos. Y no se pierde el contacto con los demás, gracias a que se conduce, salvo los que van como motos, a una velocidad adecuada al ritmo de nuestro corazón.




 Yo y mi bicicleta Moulton.


Alex Moulton fue un ingeniero británico que diseñó un sistema de suspensión especial para el coche Morris 1100, aunque también se utilizó en el Mini y en muchos otros de los modelos posteriores de la marca. Asimismo, fundó una fábrica de bicicletas a las que aplicó sus hallazgos. Además de la suspensión independiente de las ruedas, las bicicletas Moulton se caracterizan por el cuidado y poco convencional diseño del cuadro, por sus ruedas pequeñas y porque son no sólo plegables sino desmontables también. Originalmente diseñada en 1962, fue un gran éxito, y es considerada hoy día como uno de los avances más significativos en diseño de bicicletas del siglo XX. Desde aquellos años, el Dr. Moulton ha continuado redefiniendo límites,m tanto en el mundo del automóvil como en tecnología de bicicletas.

La bicicleta de Moulton se adelantó a su tiempo y la suspensión de las bicicletas se convertirían en algo común 30 años más tarde. Como todos los objetos que nacen del diseño cuidadoso estas bicis han ido adquiriendo con el tiempo un prestigio merecido, se fabrica actualmente en el Reino Unido y en Japón y es un objeto de los llamados de culto, además de ser algunos de sus modelos piezas de alta gama. Por su perfección estructural y su amortiguación tecnológica, es especialmente adecuada para transitar por las calles de la ciudad.

En los recientes premios Oscar, estaba nominada para el mejor corto de animación la película Me and my Moulton, realizada por el noruego Torill Kove, una película 13 min 48 s, que finalmente no se alzó con el premio. El film dibuja la historia de una familia contada de manera muy  ingeniosa por la menor de las tres hijas. Su padre es un arquitecto muy comprometido con su profesión que pasa las penalidades propias de tal elección. Degusta y disfruta con el diseño contemporáneo y la casa en la que viven está llena de muebles y objetos que la hace muy diferente de las de sus amigos, como señala la pequeña de manera muy divertida. Las chicas han pedido a sus padres que les compren una bici para poder jugar con sus amigos, que las tienen. Durante mucho tiempo el arquitecto no puede acceder a los deseos de sus hijas, pero un día, las cosas cambian, el padre recibe un buen encargo de trabajo y aparece en casa con la bicicleta. Una vez más no será un objeto corriente, será la más bella, la más ligera,  la más utilitaria: una Moulton. A algunos que conozco bien les sonará esta película. 

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