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sábado, 14 de febrero de 2015

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La primavera en el corazón: Proserpina


Proserpina por Dante Gabriel Rossetti, 1874


La cantante canadiense Kate McGarrigle murió unos días antes de cumplir 64 años, demasiado joven para la esperanza de vida de nuestros días. Junto con su hermana Anne publicó una docena de discos con canciones exquisitas, poéticas, llenas de referencias literarias y clasicismo, de educación y de sabiduría. Kate fue la madre de Rufus y Martha Wainwright, dos cantantes elegantes y de éxito desigual. En junio de 2010, se celebró en el Royal Festival Hall de Londres, el primero de los conciertos con los que sus hijos, su hermana y muchos de sus amigos honraron la memoria de Kate cantando sus canciones favoritas, muchas de las cuales habían sido compuestas por ella misma junto con su hermana Anne. De entre las canciones de Sing me the songs that say I love you, así se llaman las grabaciones editadas de esos conciertos, seguramente la más conmovedora es la dedicada a Proserpina, a quien su madre Ceres busca desesperadamente recorriendo la tierra.

Según la mitología Proserpina fue hija de Ceres y Júpiter, y era una joven encantadora. Venus envió a su hijo Cupido para que acertase con una de sus flechas a Plutón, que andaba sin encontrar el amor. Entretanto Proserpina se bañaba, jugaba con algunas ninfas y recogía flores en el lago Pergusa, en Sicilia. Plutón, atravesado por la flecha del arquero, surgió del cercano Etna con cuatro caballos negros y raptó a Proserpina para casarse con ella y vivir juntos en el Hades, el inframundo del que era gobernante. Ceres, diosa de los cereales o la Tierra, marchó a buscarla en vano por todos los rincones del mundo, pero no logró hallar más que un pequeño cinturón que flotaba en un pequeño lago hecho con las lágrimas de las ninfas. En su desesperación Ceres detuvo enfurecida el crecimiento de frutas y verduras, se arrancó los vestidos y se arañó la cara, cayendo así una maldición sobre Sicilia; rehusó volver al Olimpo y empezó a vagar por la tierra, convirtiéndo en desierto aquello que pisaba. Lógicamente preocupado, Júpiter envió a Mercurio para que ordenara a Plutón liberar a Proserpina. Éste obedeció, no tenía más remedio, pero antes de dejarla ir le hizo comer seis semillas de granada (símbolo de fidelidad en el matrimonio). De esta forma Proserpina tendría que vivir seis meses al año con él, pudiendo permanecer el resto con su madre.

Ésta es la razón de la primavera: cada año, cuando Proserpina vuelve con su madre, Ceres decora la tierra con flores de bienvenida, pero cuando en el otoño vuelve al Hades, la naturaleza pierde sus colores.

Para mi, cada 13 de febrero, cumpleaños de mi hija Paula, se adelanta el inicio de la primavera.

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