La primavera en el corazón: Proserpina
Proserpina por Dante Gabriel Rossetti, 1874
La cantante canadiense
Kate McGarrigle murió unos días antes de cumplir 64 años,
demasiado joven para la esperanza de vida de nuestros días. Junto
con su hermana Anne publicó una docena de discos con canciones
exquisitas, poéticas, llenas de referencias literarias y clasicismo,
de educación y de sabiduría. Kate fue la madre de Rufus y Martha
Wainwright, dos cantantes elegantes y de éxito desigual. En junio de
2010, se celebró en el Royal Festival Hall de Londres, el primero de
los conciertos con los que sus hijos, su hermana y muchos de sus
amigos honraron la memoria de Kate cantando sus canciones
favoritas, muchas de las cuales habían sido compuestas por ella
misma junto con su hermana Anne. De entre las canciones de
Sing me the songs that say I love you, así se llaman las
grabaciones editadas de esos conciertos, seguramente la
más conmovedora es la dedicada a Proserpina, a quien su madre Ceres
busca desesperadamente recorriendo la tierra.
Según la mitología
Proserpina fue hija de Ceres y Júpiter, y era una joven encantadora.
Venus envió a su hijo Cupido para que acertase con una de sus
flechas a Plutón, que andaba sin encontrar el amor. Entretanto
Proserpina se bañaba, jugaba con algunas ninfas y recogía flores en
el lago Pergusa, en Sicilia. Plutón, atravesado por la flecha del
arquero, surgió del cercano Etna con cuatro caballos negros y raptó
a Proserpina para casarse con ella y vivir juntos en el Hades, el
inframundo del que era gobernante. Ceres, diosa de los cereales o la
Tierra, marchó a buscarla en vano por todos los rincones del mundo,
pero no logró hallar más que un pequeño cinturón que flotaba en
un pequeño lago hecho con las lágrimas de las ninfas. En su
desesperación Ceres detuvo enfurecida el crecimiento de frutas y
verduras, se arrancó los vestidos y se arañó la cara, cayendo así
una maldición sobre Sicilia; rehusó volver al Olimpo y empezó a
vagar por la tierra, convirtiéndo en desierto aquello que pisaba. Lógicamente preocupado, Júpiter envió a Mercurio para que
ordenara a Plutón liberar a Proserpina. Éste obedeció, no tenía
más remedio, pero antes de dejarla ir le hizo comer seis semillas de
granada (símbolo de fidelidad en el matrimonio). De esta forma
Proserpina tendría que vivir seis meses al año con él, pudiendo
permanecer el resto con su madre.
Ésta es la razón de la
primavera: cada año, cuando Proserpina vuelve con su madre, Ceres
decora la tierra con flores de bienvenida, pero cuando en el otoño
vuelve al Hades, la naturaleza pierde sus colores.
Para mi, cada 13 de
febrero, cumpleaños de mi hija Paula, se adelanta el inicio de la
primavera.
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