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jueves, 12 de febrero de 2015

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Bye, bye, Frank Lloyd Wright
(Este texto fue publicado en el dominical del periódico El Independiente de Cádiz el 30/06/2013)



En la novela El Manantial la escritora ruso americana Ayn Rand construía un relato sobre la vida de un arquitecto visionario, intransigente y altivo que defendía sus principios arquitectónicos por encima de las presiones y  compromisos a que se veía sometido por su propio entorno social. La novela fue llevada al cine por King Vidor con Gary Cooper encarnando el papel del joven y ambicioso arquitecto Howard Roark. Hay quien asocia el personaje protagonista a la figura del arquitecto americano más famoso de todos los tiempos, Frank Lloyd Wright.

Sin embargo, Frank Lloyd Wright no era como Howard Roark, era mucho más complejo, apasionado y poliédrico. Tuvo una vida larga y azarosa; contrajo matrimonio con varias mujeres, una de las cuales, fue asesinada por un mayordomo enloquecido que incendió su casa-oficina construida en el campo que el arquitecto no dudó en reconstruir desde las cenizas cual ave fénix; viajó por Europa y Japón, construyó para el emperador Yoshihito el hotel Imperial de Tokio; escribió dos autobiografías diferentes; realizó muchísimos proyectos y obras y llegó a ser considerado el representante más importante de la arquitectura del siglo XX. Mies van der Rohe depuró la arquitectura hasta su esencia, Le Corbusier la concibió de nuevo de un modo más completo que ningún otro arquitecto desde Andrea Palladio, Louis Kahn la elevaría hasta un plano intemporal que nunca tuvo la arquitectura moderna… Wright insistió siempre en que sus edificios eran orgánicos, unitarios en su concepción desde el más pequeño de sus detalles hasta sus estructuras más importantes. Nacían del lugar y se identificaban con él.

“Deja que tu casa parezca crecer de modo natural a partir de su emplazamiento y dale forma para que armonice con su entorno si se manifiesta allí la Naturaleza; y si no es así, trata de mostrarte tan discreto, sustancial y orgánico como lo habría sido ella de haber tenido la oportunidad”. Frank Lloyd Wright era un apasionado de su país, de la arquitectura y de su representación por medio del dibujo. Construyó edificios tan importantes como la famosa Casa de la Cascada (ejemplo definitivo de un lugar y un edificio en mutua armonía) o el Museo Guggenheim de New York, su última obra, terminada en el otoño de 1959, seis meses después de su muerte, un edificio con forma de ‘zigurat invertido’ que pese a su pequeña escala compite con los grandes rascacielos de la gran manzana. También diseñó las famosas casas de la pradera que tanta influencia tuvieron en la arquitectura del pasado siglo en Estados Unidos y que darían lugar, muchos años después, al American Way of Life, el estilo de vida americano de casas desperdigadas en el paisaje, unidas por potentes infraestructuras de carreteras y autopistas, la desintegración del concepto europeo de ciudad. 

Paul Simon compuso la canción So Long, Frank Lloyd Wright, dedicada al arquitecto a petición de su compañero Art Garfunkel, antiguo estudiante de arquitectura. Se publicó en el último álbum del dúo, Bridge Over Troubled Waters, aparecido en 1970. Parece ser que Paul Simon la escribió sin saber quien era el arquitecto y que en realidad se despedía de Garfunkel pues estaba próxima la disolución del dúo. Aún así, fue una hermosa manera de despedir y recordar al arquitecto fallecido una década antes.


https://www.youtube.com/watch?v=Cf0RrF6KsI8



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