Publicado en Diario de Jerez el pasado 21 de enero de 2015
NATURAL
Natural Artificial es el título
de un ensayo publicado por los arquitectos Iñaqui Ábalos y Juan Herreros en el
año 1999 en el que retomaban, desde una mirada contemporánea de la
arquitectura, la discusión entre lo natural y lo artificial que se ha venido
manteniendo desde la antigüedad clásica hasta nuestros días. Ábalos es
actualmente Chairman en la Universidad de Harvard y Herreros, entre otros
importantes proyectos, está construyendo el Museo Munch de Oslo. Para Natural
Artificial los arquitectos reunieron en un pequeño y cuidado libro un conjunto
de proyectos, dibujos, fotografías y textos producidos por pensadores, artistas
y arquitectos contemporáneos. La primera de las imágenes al abrir el libro es
la de unos ovnis inspeccionando un lugar desierto, montaje realizado por Bigas Luna, perteneciente, al parecer, a un
antiguo guión que aspiraba convertir en película con Andy Warhol como
protagonista. Le siguen imágenes de la Terminal Marítima de Yokohama en Japón, una
intervención que hizo famoso al joven arquitecto español Alejandro Zaera;
Viviendas medioambientales en Madrid de Ana Valenzuela; el Aviario del Zoo de
Londres, de Cedric Price; una fotografía de Mies Van der Rohe visitando las
obras de la casa Fansworth; y así hasta un centenar y medio de fotografías y
dibujos, todos ellos estupendas representaciones donde la naturaleza, lo natural,
se mezcla de manera armónica o contradictoria o fluida o áspera con la obra del
hombre, con lo artificial, con el artefacto.
Terminada la sucesión de imágenes,
sin solución de continuidad, se nos muestran textos brillantes sobre la ciudad:
“Arquitectura para los que buscan el Conocimiento: Llegará el día -muy pronto
quizás- en que se reconozca lo que les falta a nuestras grandes ciudades:
lugares silenciosos, vastos, espaciosos, para la meditación, lugares con largas
y elevadas galerías...” (Nietzsche); Toyo Ito, arquitecto japonés, reflexiona
sobre el papel de la arquitectura como envoltorio de los acontecimientos que
importan al hombre; Michel Serres, filósofo francés que ha investigado sobre la
historia universal de la ciencia y la comunicación universal entre disciplinas;
El cuerpo cristalino de la ciudad, texto de Herzog y De Meuron; Gilles Deleuze
y Félix Guattari; el materialismo de lo incorpóreo de Sandfor Kwinter.
Se trataba con estas citas
textuales y de imágenes redefinir los conceptos de lo natural y artificial,
reivindicando para la arquitectura “una visión diferente de manera que el
paisaje pierde su inercia y pasa a ser objeto de transformaciones posibles; es
el paisaje el que puede proyectarse, lo que deviene artificial. Al mismo tiempo
la arquitectura inicia procesos aún difusos de pérdida de definición
tradicional en los que es obvio un interés creciente por incorporar una cierta
condición naturalista tanto en los aspectos geométricos y compositivos como en
los constructivos, a la búsqueda de una sensibilidad medioambiental y de una
complejidad formal que respondan con precisión a los nuevos valores de nuestra
sociedad.”
El resultado es un libro que nos
muestra que la belleza es posible, que existen múltiples visiones diferentes
sobre la ciudad, sobre nuestro entorno, sobre el paisaje, sobre el medio
natural, todas ellas exquisitas, imaginativas, sugerentes. Es la capacidad del
hombre moderno de intervenir en su medio, de transformarlo o conservarlo, en virtud
de sus valores, de sus necesidades, lo que otorgará la claridad necesaria para
el sostenimiento de un mundo habitable. Artificialmente.
Proyecto de Formalhaut en Vogelsberg, Hessen
En el pasado, la naturaleza de la
discusión era de otro tenor. Por ejemplo, Platón defendía que todos los
artefactos (incluyendo las obras de arte) son imitaciones de algo natural, de
algo genuino u original. Para Platón, decir que algo es "artificial"
es decir que esa cosa parece pero no es realmente aquello que imita. Lo
artificial es meramente aparente, lo único que hace es mostrar cómo es alguna
cosa. Aristóteles planteaba la cuestión de un modo diferente. Creía que la
naturaleza y el arte (lo natural y lo artificial) no tienen nada en común,
constituyen dos esferas diferentes de la realidad. En consecuencia,
las leyes que gobiernan estos dos tipos de entidades difieren de
forma esencial y, por esta razón, el conocimiento de ambas también es distinto.
Aristóteles pone el acento en el carácter de producto humano de los artefactos
como su rasgo común más distintivo.
La dicotomía aristotélica
natural/artificial queda destruida en el siglo XVII por Bacon y Descartes.
Mientras que anteriormente la fuente de la analogía era la naturaleza y su
objetivo los artefactos, desde el siglo XVII es la esfera artificial la que
sirve como modelo para comprender la naturaleza. Según Descartes no hay en
principio ninguna diferencia entre los cuerpos naturales y los artificiales
(máquinas), solamente se distinguen por sus tamaños y proporciones. Mientras
que los tubos, muelles y ruedas que el artesano construye son grandes, los
producidos por la naturaleza son pequeños y casi invisibles o difíciles de
percibir.
Más recientemente se ha decidido
absurdamente que lo natural es lo valioso mientras que lo artificial, o sea,
toda la obra humana, incluso la de transformación de lo natural, es peor,
cuando no perjudicial. Sin embargo, olvidamos que el ordenador, el móvil o el
automóvil son artefactos, o lo que es lo mismo, elementos artificiales,
imprescindibles para muchos, valorados y bien vistos en cualquier lugar al que
nos acompañen.
Hubo un tiempo en que se hablaba
de la presencia de marcianos en la Laguna de Medina. Si alguno de ellos hace un
par de domingos hubiera caminado por ese espacio natural intervenido con
pasarelas de madera tratada (¿natural o artificial?) y lo hubiera encontrado
invadido por familias disfrutando del domingo (cosa natural), con los coches
(artificial pero integrado) estacionados prácticamente en la misma orilla de la
laguna (poco natural), las latas de coca-cola y otros residuos tirados en el
medio natural (artificial, muy artificial) y con el paisaje ocupado por molinos
de energía eólica natural (bastante artificial), hubiera pedido que lo llevaran
de regreso a su casa o, como mínimo, habría necesitado respiración artificial.
Naturalmente.
Laguna de Medina, foto de B. de Tagore.
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