About

viernes, 9 de enero de 2015

006

CERCA DE ÁFRICA (2), VISITEZ LE MARROC.


Vista del Pabellón de Deportes desde el otro lado del río. Fotografía de Fernando Alda

Martil es un pueblo pequeño en la costa mediterránea de Marruecos, cercano a Tetuán, que de tener durante el año no más de 30.000 habitantes llega a alojar durante los meses de verano a 300.000. Si las ciudades del norte de Marruecos nos emocionan por lo que tienen de viaje a nuestra infancia, ya que están impregnadas de la Andalucía de las primeras décadas del S. XX, Martil añade la huella del turismo de los 60, con un desarrollo urbanístico que allí se impone dos décadas después que en nuestro país y con las especifidades de la cultura musulmana.

En este contexto empezó a trabajar hacia el final del siglo XX la ONG Desarrollo y Solidaridad, pequeña organización impulsada por un grupo de amigos animosos y presidida por un incansable maestro de escuela que algún día alguien tendría que, por lo menos, beatificar. Con la financiación de una partida económica de cooperación de la Consejería de Turismo y Deporte proyectamos un edificio que tendría que ser principalmente útil, duradero y con el menor mantenimiento posible. Su imagen sería la de la arquitectura de su tiempo, sin pretensiones de incorporar elementos historicistas o vernáculos. El entorno y en general todo Marruecos se debate entre la tradición y la modernización introducida por la influencia francesa. La presencia española también dejó algunas muestras de modernidad, aunque casi siempre teñida por cierto aire “kitch”, imágenes que se corresponden con lo que en España se conoció como la Arquitectura del Regionalismo.

En un lugar no cualificado; fuera del centro histórico, junto a la antigua desembocadura del río Martil, hoy pendiente de una regeneración integral, al lado de un antiguo depósito de agua potable en desuso, cerca de uno de los monumentos más importantes del pueblo, la torre defensiva construida por portugueses hace más de tres siglos, en el espacio que ocupaban unas antiguas viviendas derruidas contiguas al campo de fútbol, se nos cedió un terreno para la construcción del espacio polideportivo.

Nos interesó más trabajar con los medios y las posibilidades de la industria local de la construcción y con las formas, espacios, colores, materiales, la luz y el clima del lugar donde realizamos la intervención. Se proyectó una sala construida con muros de hormigón armado y cubierta ligera con cerchas metálicas y panel sándwich de chapa de aluminio prelacada. Se abrieron huecos en dirección este/oeste para la ventilación permanente de la sala. El cuerpo principal del edificio se alineó con la calle de acceso y con la fachada hacia el río. El acceso principal se produce a través de un espacio al aire libre, un plano inclinado que conduce a una terraza que se desarrolla a lo largo de la fachada este del edificio. Esta terraza será una tribuna hacia el campo de fútbol y hacia el mar. Desde ella se accede al graderío proyectado para la sala cubierta. También tendrá un pequeño café, aprovechando un quiebro de la medianera norte.

En el plano inclinado del acceso se abre una embocadura que conduce al interior de la instalación. Tras la puerta se accede a una sala hipóstila, que se desarrolla bajo la terraza descrita y que contendrá el control del edificio, los vestuarios y los aseos. Junto a la medianera norte, el plano inclinado se quiebra para permitir un acceso directo hacia el campo de fútbol bajo la terraza. En este espacio se ubica una escalera que permite subir directamente a la terraza. Desde la pieza de vestuarios se accede también al campo de fútbol de modo que en el futuro, los vestuarios serían compartidos, optimizando la instalación. Los aseos y vestuarios, un almacén y la enfermería se ubican en recintos construidos con fábrica de ladrillo revestida con azulejos de colores. Esta sala se iluminará naturalmente con pequeñas linternas abiertas en el techo de hormigón y a través de la celosía cerámica proyectada hacia el campo de fútbol.


Entre los años 2004 y 2008 se llevó a cabo la ejecución. Nos  ayudó el joven y pundonoroso arquitecto tetuaní Lioua Eddine, quien con su honradez, modestia y simpatía se convirtió en amigo entrañable. Las obras fueron ejecutadas por el maestro Boulal, albañil anciano y sabio, que con su pericia nos enseñó el valor de muchos oficios que en nuestro país están desapareciendo. Pasados todos estos años, el pabellón se usa a diario por decenas de jóvenes deportistas.

0 Kommentarer:

Publicar un comentario